Los intermediarios en tiempos de pandemia
23 Noviembre 2020 Julio Gutiérrez Heredia, CPA
Los especuladores se podrían interpretar como los favorecidos de una coyuntura circunstancial, en detrimento de la debilidad y carencia de otros. Tanto la especulación como la intermediación, pertenecen a un segmento de la economía del país con rasgos y características, identificados con el denominado “imperialismo salvaje”. Por esa actitud, muchos consideran que “han hecho su agosto”, en los nueve meses que hemos sufrido una de las más letales y compleja de las pandemias que hayan azotado a la humanidad, como es el Coronavirus.
Debido a la propagación, por contagio, del virus, las vicisitudes comenzaron a afectar a la población, sin importar raza ni color. Lo cierto es que, a los habitantes del planeta mas vulnerables y con menos recursos disponibles atacó de manera inmisericorde; no obstante, los gobiernos locales e internacionales, se dispusieran en aunar esfuerzos para mitigar el impacto de una enfermedad contagiosa, cuyo objetivo es invadir los puntos débiles del organismo humano.
Mientras la gente recurría a las medidas de protección, para evitar la proliferación del COVID 19, grupos mercantilistas, consideraron que era el momento preciso para abultar sus ingresos y, por ende, sus beneficios.
Por los estragos que produjo el tiempo de confinamiento y cuarentena, durante los meses de marzo a junio del 2020 y, los toques de queda en los meses posteriores, han producido en sectores de clases media y baja, esos grupos económicos encubados en los sectores bancarios; de expendio de artículos de primera necesidad; las empresas de servicios de comunicación y energía; así como, las administradoras de riesgos de salud, salieron al mercado, con el objetivo de sacar ventaja de la difícil situación por la atraviesa la mayoría de los dominicanos.
Los intermediarios financieros, por su parte, decidieron disminuir el valor intrínseco de la mercancía llamada dinero, recibiéndolo (en depósitos) a un costo de un dígito porcentual anual y vendiéndolo (prestándolo) a dos dígitos. A esto se adiciona el cobro de comisiones y servicios no justificados o mejor dicho sin explicación al cliente.
En cuanto a los distribuidores mayoristas (supermercados) y al detalle (colmados), el expendio de productos alimenticios, se inició con una espiral alcista, desde la segunda quincena del mes de marzo hasta la fecha. Comenzaron con un 20 % de aumento y en los últimos días, ya esos artículos de primera necesidad, rondan el 150 %. Por esta razón el Banco Central se vio en la necesidad de modificar los quintiles del Indice de Precios al Consumidor (IPC). En este mercado, es preciso denunciarlo, se confabularon algunos dueños de colmados inscritos en los programas sociales del Estado dominicano, que no tuvieron miramientos para incrementar los precios a un amplio segmento de la población más necesitada.
La excusa, tanto de los grandes centros de distribución de alimentos, ubicados en las grandes plazas comerciales; así como también, los colmados barriales, les que intentan transferir la culpa del aumento en los costos de adquisición, a los intermediarios de productos agrícolas, que controlan el sistema de distribución de los productos que salen desde el campo a las ciudades.
Otro grupo que se ha cebado con el virus, está representado por las ARS (Administradores de Riesgo de Salud). En este tiempo de pandemia, las personas que aportan al Sistema Nacional de Salud, han evitado asistir a hospitales y clínicas privadas, para no contagiarse, por lo que determinados servicios como son autorizaciones y pago de las consultas, los internamientos y el suministro de medicamentos, representan un ahorro sustancial para esas entidades de intermediación en el área de la salud.
En los servicios de energía eléctrica también se reportaron aumentos exorbitantes que no se compadecían con el consumo de locales cerrados. De igual modo, en el sector de la comunicación, la facturación se emitió amañada, en contra de lo contratado, como es el internet. Ante esta vorágine de aumentos de precios y tarifas, las respuestas de las instituciones responsables de controlar estos desafueros, han sido tímidas, cuyo alcance no satisface las quejas de los usuarios.
El agiotismo, la usura, la especulación, fueron armas utilizadas por los intermediarios para llevar a cabo una conspiración contra el sosiego de una ciudadanía afectada por el COVID 19, cuyos medios de subsistencia se esfumaron por el caos de la pandemia.
Por Julio Gutiérrez Heredia, CPA
Miembro 1001 del ICPARD
Auditor Forense